No somos grandes héroes, pero tenemos el súper poder de hacer de las cosas pequeñas algo grande.
Somos los que hemos decidido salir del sofá durante un instante para poder contemplar la belleza del mundo a través de unos ojos diferentes, para poder llegar al corazón de lo esencial y empaparnos de su misterio para luego gritárselo al mundo entero.
Somos los que queramos formar parte de esta locura… porque 111km no son tantos, y porque nos morimos de ganas por cambiar el mundo.
La 111 es la manera que tienen unos jóvenes inquietos de aportar su granito de arena en el mundo.
Es mucho más que un reto solidario, es un puente que nos transporta directamente al corazón de África, a Burundi, donde rostros con nombres y apellidos, donde personas como nosotros, no tienen la opción de rendirse.
Por ellos vamos a recorrer 111km, desde Alba de Tormes hasta Ávila. Sin parar a echar una cabezadita después de comer, pasando de largo las tentadoras praderas verdes que nos gritarán que paremos a descansar… en definitiva, haciendo todo lo que no haría una persona medianamente cuerda. ¡Porque los locos cambiarán el mundo!
Y es que, después de tantas vivencias en Burundi, y un tiempo prudencial más que necesario para poder interiorizarlas, nos hemos dado cuenta de que para poder aspirar a una vida profunda y llena de significado, a una vida que se preocupa por buscar el alma de las cosas, es esencial ser capaces de reconocer y admirar la belleza de lo sencillo y cotidiano. Así lo resumía Platón: “la belleza es verdad; verdad es belleza. La belleza es el esplendor de la verdad. Solo esto sabrás aquí en la tierra y solo esto necesitarás saber”.
No es andar por andar. Es darle un significado a cada kilómetro, es abrir camino a través de la belleza, es luchar por el futuro de un país y de unos jóvenes que hace muchos años nos hicieron el regalo de abrirnos las puertas de su casa, abriéndonos así los ojos del corazón.
El mismo reto, la misma ruta, con una ilusión renovada y con esperanza
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